Cuando veo tu piel, ya la siento tan lejana,
ya no es del color en mi memoria,
ahora es como el nácar,
tan pálida, ya sin vida,
y me pregunto si siempre fue así,
pero las fotos no pueden ser como la memoria,
pues la recuerdo canela en olor y gusto,
pero cómo es posible que ahora observe
un madreselva inverosímil.
Y todo se confunde, y todo me arrastra y cambia
mi equilibrio y mi voluntad,
y ya no estás, ya te fuiste,
en realidad
tal vez nunca terminaste de llegar,
y mi mente fue arrasada por la marea de tu ser,
material, exuberante, ardiente,
y por eso no comprende
la diferencia de la evidencia física contra la memoria,
y no hay más que reconocer
la realidad: todo fue una mentira,
ilusión de mis pensamientos febriles,
sumado al narcótico aroma de tu sudor
y el claroscuro de la habitación de turno.
El fantasma imperceptible que eres,
es lo que siempre fuiste,
sin sabor,
sin color,
sin amor...
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