Ese pantalón azul tirado sobre la cama
es ahora el último compañero que queda,
es el último en dejarme,
y, ahora desnudo,
extrañamente dejo de tener frío,
y confirmo, una vez más,
el origen interno de ese frío
y cuando cierro mis ojos
todo se vuelve silencio,
y pienso que, todo salió perfecto,
un segundo antes de marcharme
huelo a jazmines, y en el eco
de una pared lejana
escucho mi nombre, mi propio nombre
en tu voz, que me cobija con
un calor suave de hoguera de campo,
de chimenea antigua, y siento la luz
de un fuego viejo,
que vuelve a mi y me abriga, y una sonrisa
dibuja la forma de mi boca y de mi mente,
la corbata cae rota a mis pies,
mas no abriré los ojos,
voy a dejar que tú lo hagas por mi,
me quedaré aquí,
contigo.
Lo último que me queda...
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